Unidad 1.1 El Estado y la escuela, una relación histórica.

Unidad 1.1 El Estado y la escuela, una relación histórica.


La infancia como construcción histórica

1 - La noción de infancia termina de configurarse en la modernidad. (Baquero / Narodowski, 1990)

En el S XVI, el niño adquiere valor en sí mismo, va a ser sujeto depositario del sentimiento de ternura y se le reconoce cierta especificidad: dependencia, obediencia y heteronomia. (Ariés, 1997)

A partir del S XVII y XVIII aparición de especialistas que modelan el cuerpo infantil. Pediatras, psicólogos infantiles y pedagogos establecen el desarrollo natural y la conducta normal del niño, en la moderna sociedad disciplinaria. (Narodowski, 1994)

Estado, escuela y familia organizan y controlan, desde el poder y la tecnología para distribuirlo, el proceso civilizador del niño.


2 - Elementos que configuran la escuela en la modernidad Comenius / Rousseau


1. Ideal pansófico

2. Alianza escuela familia: articulación de intereses

3. Universalización de la enseñanza: desplazamiento del ámbito privado (familia) al ámbito público (escuela)

4. Saber pedagógico específico, poder y tecnología para distribuirlo:
- Instrucción simultánea, grupo como uno, a cada uno igual a todos
- Currículum graduado, para formar al ser humano deseado 



 “La maquinaria escolar” (en: VARELA, Julia y Fernando Álvarez Uría -1991- Arqueología de la escuela)


Varela y Álvarez Uría, nos introducen a una genealogía de la escuela como institución de encierro, formadora y transformadora del alma de los niños, y en cuya confianza se deposita gran parte de un programa político destinado a la cohesión social.

En el inicio del texto muestran las historias de la educación y tratados pedagógicos como contribuyentes a la perspectiva que nos hace ver a la existencia de la escuela como algo “natural”. Frente a esto, muestran cómo la puesta en cuestión del funcionamiento escolar es impensable, o pasa por irracional y caótica.

El texto tiene como objetivo mostrar que la escuela no existió desde siempre, sino que fue creada bajo determinadas condiciones históricas e instrumentalizada bajo ciertos dispositivos. De ahí que la lectura de este texto, así como la metodología usada por los autores –el método genealógico-, nos remitan y recuerden nuestras lecturas de Foucault, en Vigilar y castigar.

A través del desarrollo de las instancias que posibilitaron el surgimiento de la escuela, los autores muestran los dispositivos y formas de ejercicio del poder mediante los cuales la educación adquiere su papel fundamental: naturalizar un determinado orden. En el caso de la definición del estatuto de la infancia, la educación sirve a naturalizar una sociedad de clases o estamentos. También la infancia tiene, en el mismo sentido que la escuela, su historia y su conceptualización a partir de prácticas y acciones provenientes de la familia y de la iglesia, que la constituyen psicobiológicamente. Y esto no sin una finalidad: la infancia forma parte de un programa político de dominación, de poderío y afianzamiento de las clases sociales altas. Para ello se hacen necesarios que emerjan dispositivos institucionales y saberes especializados acerca de la infancia, capaces de lograr la formación y transformación de los niños y jóvenes: el espacio de encierro de la institución escolar y la formación de un cuerpo de especialistas.

Desde el punto de vista moderno, quiere lograrse, como decíamos antes, la constitución de un sujeto de conocimiento, pero también de un sujeto moral. Así hacen su aparición los especialistas pedagogos, a fin de garantizar por medio de la acción educativa la transmisión de conocimientos y el modelamiento de los comportamientos de los niños. Las relaciones entre maestros y alumnos son relaciones sociales, pero marcadamente desiguales.

A lo largo del texto podemos ver cómo la escuela se constituye en un mecanismo de poder, en la medida en que aún sirve a un proyecto civilizador –a la manera de Sarmiento en el Facundo-, pero al mismo tiempo encubridor – a la forma de Dussel-, puesto que es utilizada por las clases dominantes, que detentan para sí el derecho a la verdad y su superioridad respecto de, por ejemplo, las clases obreras en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, para consolidar una organización social e institucional portadoras de civilidad.

A partir de sus lecturas podemos preguntarnos: ¿A qué fines responde la escuela hoy? ¿Cuál es el concepto de la infancia que prima en ella? ¿En qué medida está atravesada por dispositivos de poder?



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